“En este mundo que Dios ama”, Hermana Renée Dumais de la Vice-provincia de Rimouski (Québec, Canada), nos expresa la manera como ella vive esta misión…

En el mundo de los jóvenes no podemos dedicarnos a ellos sin amarlos. He consagrado mi vida a enseñar a unos alumnos de primaria porque para mí, los niños son muy importantes.

Desde la infancia mi pasa tiempo era dar clases a unos alumnos imaginarios. Esa afición por la enseñanza, creo que mi madre me le ha dado por ser ella misma profesora. Pues me ha gustado los bellos treinta años de enseñanza.

Después de mi jubilación, en el año 1997, mi deseo fue de dar tiempo a los pequeños que tenían dificultades en sus estudios. Dos años de preparación para conseguir herramientas me ayudó para mi nueva misión. Desde aquel tiempo, trabajo en colaboración con la “Casa de la familia” de Rivière-du-Loup.

El objetivo mío es, antes de todo, que los niños se sientan personas felices y amadas. Ellos entienden muy bien la importancia que les doy… ¡Qué maravilla verlos crecer y desarrollarse! No solamente los niños se sienten apoyados sino también los padres de ellos y los profesores. Entonces siempre estaré cerca de esos jóvenes sin voz para defenderles y amarles.

En este mundo que Dios ama, es mi manera de amar, compartir, servir y trabajar en la construcción de un mundo más justo y así participar en la llegada de la nueva creación.

Pienso que de esta manera estoy atenta a los más pequeños que Dios ama. Cumplo esta palabra de Jesús:

 

“Dejen que los niños vengan a mí”.