Religiosas de vida apostólica

Una vida en comunidad fraterna con dimensión internacional
Vivimos en comunidades fraternas, buscando caminar juntas en el sendero de Jesús con humildad, en un estilo de vida sencillo, cerca de la gente, enraizadas en un pueblo. La interpelación a una conversión fraterna es cotidiana para el crecimiento del Cuerpo que formamos con nuestros(as) Asociados(as) y toda persona de buena voluntad.
Nuestra familia religiosa internacional está inserta en doce países: en Europa, continente de fundación, estamos presentes en Francia, Inglaterra y Bélgica; en el continente africano nos encontramos en Camerún, República Democrática de Congo, Costa de Marfil y Chad; en América del Norte, en cuatro regiones de Canadá; en América Latina, en Honduras, Colombia y Chile; en les Antillas Menores, en la isla de Dominica. Muchas de nuestras comunidades a través del mundo viven la riqueza y los desafíos de la pluriculturalidad. En varios países, también nos enriquecemos con la presencia fraterna de hermanos y hermanas Asociados que viven su misión como bautizados, inspirándose en nuestra espiritualidad y carisma.

“Que no puede realizar, con la ayuda de Dios, una comunidad en la que todos los miembros estén unidos, busquen a Dios u ambicionen únicamente su gloria”.
Una misión de proximidad al servicio de la promoción humana según el Evangelio



Conservamos en el corazón una ternura particular para con los más pobres… dejamos que resuene en nosotras el grito de los más desfavorecidos de nuestro ambiente… tomamos la defensa de aquellos que no tienen voz o que son víctimas de la injusticia.
(Cf. RV 17)
Responder al llamado de ‘Laudato Sí’
Compartimos la preocupación de nuestros contemporáneos frente a las graves amenazas que pesan sobre nuestro planeta: agotamiento de las fuentes de energía no renovables, despilfarro de los recursos, desigualdad de los bienes, daños a la biodiversidad, dramáticas consecuencias del calentamiento global en nuestros países. Ante esta realidad, “Honrar la Santa Humanidad del Hijo de Dios” nos llama a una conciencia más profunda de la dimensión humana del medio ambiente y de la ecología, a un compromiso responsable respecto al planeta y a las generaciones futuras. Sólo así nuestra vida llegará a ser buena noticia para y con la gente que encontramos en el camino de la vida.


El grito urgente de la tierra y de los pobres nos invita a :
- Cultivar a nivel personal y colectivo una actitud fundamental que promueva la no violencia y la paz;
- Trabajar por la promoción humana para restablecer la libertad y la dignidad de todas las personas, especialmente de las mujeres.
- Participar en asociación con otros en acciones colectivas en situaciones de injusticia.
- Denunciar los abusos de la explotación del planeta y actuar con otros para acabar con las prácticas de sobreexplotación.
Honrar la Humanidad de Jesús es cuidar y amar nuestra casa común.


Nacidas del fuego de la Caridad, no confiamos en nuestras propias fuerzas sino en la fuerza que nos da Jesús, quien nos dice:

“Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos… enséñales a cumplir todo lo que yo les he enseñado. Yo estaré con ustedes siempre hasta el final del mundo.”(Mt 28,19-20)
