En la casa vice-provincial de Rimouski, es día de fiesta. Hermana Cécile Lavoie nos entrega un mensaje lleno de sabiduría y de reconocimiento recordándonos la importancia de ese día en la vida de cada una.
Nuestro capellán, Jacques Côté, y el equipo de liturgia, prepararon una celebración orante y significativa donde se mezclan cantos, oraciones, reflexión de la Palabra de Dios: Buena Noticia para nosotras hoy.
En la capilla, los primeros asientos son reservados para nuestras enfermas en sillas geriátricas y para las que caminan con andadores. Las hermanas de la vice-provincial y nuestro personal del centro de salud hacen parte de la fiesta. Todas ellas contentas de vivir ese gran momento.
Un mensaje nos es transmitido
Desde el principio de la celebración, Isaías nos habla de esta Buena Noticia: La venida de un Salvador, de un Libertador.
El Señor Dios nos ha enviado a su Hijo Jesús
- . Para darse a conocer
- . Para decirnos su preferencia hacia los pequeños, los doloridos, los enfermos.
- . También para revelarnos la promesa de un futuro mejor. Isaías 32
Jesús fiel a su misión pusó todo su corazón y su amor para aliviar y curar todos los que tenían confianza en él: leprosos, paralíticos, cojos o todas otras enfermedades. Ha curado a todos.
En todas sus actividades, Jesús nos da a conocer la bondad de su Padre y el amor que tiene para cada uno de sus hijos.
El llevó su misión hasta el final. Su notoriedad le valió la pena de muerte. ¡El murió pero ha resucitado!
Jesús, por su Espíritu, continúa proclamar que hoy como mañana, Dios estará siempre con nosotros. En todos nuestros momentos de dificultades, de dudas, de tinieblas, de miedos, ¡Él está allí! En todas nuestras enfermedades: artritis, reumatismos, parálisis, soplo corto, corazón dolorido, espalda encorvada… ¡El está allí! ¡Fué su promesa! No dejemos recurrir a Él. No es una promesa de politícos nos dijo nuestro capellán, Dios siempre cumple sus promesas.
En el nombre de Jesús, el Padre Jacques da a cada hermana la unción de los enfermos con todo su corazón de ternura. Llamando a cada una por su nombre, le da un mensaje particular tocando el corazón lo que da vida y esperanza.
Se termina la celebración alrededor de una mesa llena de bocadillos preparados por nuestras fieles y tolentuosas cocineras. No hay agua cambiada en vino pero no hace falta nada.
¡Qué bueno es el Señor! ¡Cómo nos mima Él por medio de esas personas a nuestro servicio! Echando de manos a la Madre Sainte-Agathe, nos gustararía cantar: “Cómo es bueno, es bueno el buen Dios”.
Soeur Cécile Lavoie fj, Rimouski Canada
Que buen testimonio de liberación, de alegría y de misión hasta el final..
Gracias hermana Cécile y un saludo a todas las hermanas que oran fielmente por el mundo entero!