Vivir en Kermaría…
¿Una suerte o una prueba ?
En 2008, Nicole Louis acepta la responsabilidad de una comunidad en la Casa Madre.Al terminar su mandato, nos comparte su experiencia.
“Dejar a una comunidad con 4 hermanas para llegar a una de 28 hermanas afecta profundamente. Pero la acogida cariñosa de las hermanas disminuyó mi temor, más bien, me ayudó a vivir con ellas.
El acompañamiento de las hermanas se vive en diferentes maneras.
- Juntos, hemos vivido celebraciones de fiestas, cumpleaños, enfermedades, lutos, todo lo de la vida. Las hermanas aprecian alegrarse, celebrando los momentos alegres con canciones, poemas, sabrosas meriendas… y hasta con disfraces.
- Con los profesionales del equipo, enfermeras laicas y religiosas presentes de noche y día, 4 auxiliares de vida trabajan con nosotras. Ellas nos acompañan a los comedores donde, también, se vive la dimensión comunitaria
Además, cada día, tres hermanas voluntarias nos ayudan.Desde octubre 2013, una enfemera de noche asegura un servicio muy apreciado de todas.
Conociendo la soledad de tanto(a)s mayores, vivir su vejez en comunidad es una suerte. Pero a veces se hace más difícil: hay que pensar en la lentitud, las repeticiones, de vez en cuando las exigencias, los olvidos, la sordera que no favorece el diálogo. Entonces, hay que desplegar paciencia y bastante cariño para que esas discapacidades no sean un obstáculo a la vida comunutaria.
Los tiempos de oración comunitaria son momentos privilegiados para nuestra misión como nos lo dicen muchas hermanas…“Necesitamos su oracion, es vital para nosotras y nuestra misión.”
Kermaría es una colmena donde se encuentran trabajadores, familias, amigos ; es bueno encontrarlos… La comunidad está abierta para invitar a compartir una comida.
Así, conocemos al grupo de los Asociados porque de vez en cuando los hemos invitado a compartir nuestra comida y nuestra oración.
Nuestras hermanas se quedan abiertas a la vida hasta el final.
Entonces, vivir en Kermaría no es una prueba. Claro, eso no impide unos días más difíciles. Pero para mí, la vivencia del carisma en la realidad de la ancianidad, de la muerte pasando entre nosotras sin desestabilizarnos, de la vida sencilla, ha sido una gracia del Señor. La fidelidad a la oración cotidiana en comunidad nos ubica en la verdad del camino recorrido y la acogida del Amor de Dios tan esperado.
Durante esos seis años en Kermaria, la “confianza” cumplió su obra y San José todo lo demás. Gracias.”
Hna Nicole Louis
Hija de Jesús
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