Hermana Anna-María (Julienne Le Ray) de la Congregación de las Hijas de Jésus de Kermaria, tiene 101 años y durante cerca de 40 años fue misionera en Camerún.
Una vida al servicio de los pobres, de los analfabetos para darles a conocer y amar al Señor.
Nacida en Plumergat, comuna cercana a Sainte-Anne d’Auray (Francia), soy religiosa desde 81 años. A los 7 años de edad, después de mi primera comunión, durante la misa del gallo, me acuerdo que mi padre me mostraba el Niño Jesús, desnudo en el pesebre: “Mira como es pobre, ¡no tiene ni ropa!”. Desde aquel momento, decidí que me ocuparía de los niños pobres.
Eramos once hermanos y hermanos y yo era la novena. Siete de nosotros dieron su vida al Señor: cuatro de mis hermanos fueron sacerdotes misioneros o religiosos y dos de mis hermanas religiosas.
En la casa, se hablaba de misión. La víspera de mi Profesión religiosa, se me pidió:
“¿Está lista para ir en todos los lugares donde se la envíe?”
Respondí: “Sí, pero ¡me gustaría salir para la misión!”
… Ser misionera es ir a socorrer a los pobres, a los que no están instruidos, sobre todo para darles a conocer al Señor. Hoy en mi oración ¡doy la vuelta al mundo! Las hermanas nos envían noticias, rezo a sus intenciones…
0 comentarios