Michelle y Marie-Noëlle,
que volvieron de Haití y de Chile,
participaron en Lisieux, del 16 al 20 de noviembre 2015,
de la jornada propuesta cada año por el Servicio nacional
de la Misión Universal de la Iglesia en Francia.
«Eramos 24 participantes que llegábamos de los cuatro horizontes del planeta: Africa, América Latina, Antillas, Irak, Rusia. Muchos habían vivido años numerosos en esas regiones lejanas muy diferentes de Francia de muchos puntos de vista.
Los tres objetivos que se había fijado el Servicio de la Misión Universal eran:
- compartir la riqueza de las distintas experiencias ;
- descubrir juntos la evolución de la sociedad francesa y los cambios en la Iglesia de Francia ;
- ayudar a los que volvían a descubrir su lugar en la Iglesia.
Muchos especialistas nos trazaron a grandes rasgos el o más bien los rostros de la Iglesia en Francia. Se habló sobre todo de:
- una disminución de la pertenencia efectiva al catolicismo que ya no se mide por la práctica (solamente 4,5% practican regularmente)
- un distancialiento respecto a las formulaciones tradicionales de la fe
- la disminución de las ordinaciones…
Sin embargo nacen brotes que incentivan nuestra esperanza: - un aumento del catecumenado en el mundo juvenil
- un aumento del número de voluntarios en las asociaciones humanitarias, en los movimientos como los scouts, las capellanías estudiantiles…
Otro asunto era el de los cambios socio-políticos y económicos en la Francia de hoy :
- Nuestra democracia ya está desalentada pero otra forma de vida política empieza a surgir ;
- La falta de tradición del dialogo social no ayuda a resolver los conflictos ;
- Las normas éticas cambian…
Ya que estamos en el año jubilar de la Misericordia, hemos tenido una conferencia sobre el perdón a partir de un video realizado en Rwanda.
Por fin se nos ofreció una reflexión: el lugar de los misioneros de vuelta en su Iglesia de Francia.
- Debemos dar testimonio de la universalidad de la Iglesia, del evangelio vivido en otras culturas.
- Hemos vivido experiencias diversas que pueden y deben enriquecer nuestros compromisos aquí.
- Nos corresponde mirar, escuchar, abstenernos juzgar.
- Debemos encontrar lugares, periferias donde comprometernos como servidores y servidoras del Evangelio.
De los tres objetivos fijados, solamente nos pareció que el segundo se logró. Una pedagogía más participativa hubiera sin duda suscitado un compartir más fructífero de nuestras distintas experiencias y una búsqueda común a propósito de nuestra inserción.
Fueron interesantes los intercambios informales pero se lograron un poco al azar en los encuentros y quedaron marginales en esta jornada más enfocada a la información que daban especialistas externos (preparados y apreciados por lo demás) que a los aportes del grupo de los participantes.
Michelle Paul y Marie-Noëlle Christien
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