Doña Francisca Frangeul, asociada, miembro del grupo de Pipriac (35) desde 2009, falleció el 8 de diciembre 2015 a la edad de 74 años, después de luchar con valor contra un cancer que se había detectado unos meses antes. Leerán a continuación un testimonio y un homenaje de los otros miembros de su grupo :
Las palabras del canto de despedida en el funeral de Francisca Frangeul, asociada de las Hijas de Jesús que vivía en Saint Just (departamento de Ille et Vilaine), son el resumen de la vida de una persona que sabía verdaderamente darse y comprometerse. La gran asamblea que se formó en la iglesia de Saint Juste el 11 de diciembre de 2015 para decirle « hasta luego » era el testimonio de todos los lazos de amistad que había sabido crear a lo largo de su vida. Madre de 4 hijos, abuela de 10 nietos y bisabuela de un bisnieto, supo crear lazos en su familia como también en el trabajo, el vecindario y a través de los distintos compromisos que asumió en distintas asociaciones.
En su homilía, el párroco, Padre Bernardo Joly, subrayó el lugar importante que tuvo en la vida de la comunidad cristiana de la parroquia Saint Amand de l’Aff donde compartió gran parte de su tiempo y de sus talentos. Esas habilidades, las desarrollaba también en el club de ciclistas, en la hospitalidad diocesana Nuestra Señora de Lourdes en Rennes y en el conjunto vocal « Canto Amistad » como un miembro activo desde muchos años. En lo cotidiano, compartía un trecho de su camino con todos y todas los que la rodeaban :
« un camino lleno de todo lo que hace una vida : alegrías, penas, horas de luz u horas más oscuras… una vida diaria compartida en lo mejor y lo peor. »
Pero tal vez es al final que supo tocarnos más. Después de luchar con mucho valor contra un cáncer, con su lote de sufrimientos físicos y morales, aceptó la cercanía de su partida definitiva. Entró en la unidad de cuidados paliativos en el hospital de Bain de Bretagne donde la aliviaron con mucha delicadeza y gentileza. Sostenida por su fe en Dios y las visitas de sus familiares, se abandonó. Al prepararse día trás día al encuentro con el Padre, recibió con toda lucidez el sacramento de los enfermos. Hasta el final, siguió interesándose en la vida de los demás y del grupo de los asociados. ¡Su única preocupación era preguntarse, a manera de chiste, por qué el Señor no venía más rápido a buscarla ! Es muy posible que el Señor conociera la gran confianza de Francisca en su Madre, porque era la mañana del 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, cuando se fue en paz.
Francisca nos faltará en el grupo de los asociados, peero guardaremos la memoria de su alegráa, de su amistad, de la acogida calurosa cuando ibamos donde ella para reuniones, debates vivos que tuvimos con ella. Al mismo tiempo, tomaremos como nuestras las últimas palabras de su « hasta luego » :
« La memoria de lo que hemos podido vivir con ella… nos ayudará a hacerla presente de otra manera en el corazón de nuestra vida. La que nos déjà quisó durante su vida terrenal y seguirá queriéndonos con la misma delicadeza del corazón de Dios…
« Lo que diste, Francisca, florecerá en otros… Lo que sembraste germinará en otros… Quien pierde su vida la encontrará un día. »
Que el Señor acoja a nuestra amiga en su casa y que esa esperanza nos habite y nos ayude a confortarnos mutuamente. »
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