Las Hnas Marie-Claude y Colette pasaron el día de Navidad del 2019 “juntas” en París pero no de la manera acostumbrada. Nos describen su experiencia y nos comparten lo que les queda.
Cada año el 25 de diciembre la comunidad Sant’Egidio organiza en varios puntos de París una comida “Navidad juntos”, que reúne a las personas solas, ancianas, refugiadas, sin techo. Hijas de Jesús, nos sentimos concernidas, ya que en esos últimos años se crearon lazos con esa comunidad en la oportunidad de la acogida de las familias sirias que pasaron por la rue d’Arras, en una ayuda mutua y al servicio de las personas refugiadas.
Para una Navidad solidaria
Marie-Claude nos cuenta: “En el V° distrito de París en el que vivimos, Colette y yo, hemos participado de la preparación de la comida: invitaciones, confección de paquetes-regalos, organización y decoración de la sala, alimentos… Todos esos preparativos requieren el tiempo y la acción de muchas personas: los miembros de la comunidad Sant’Egidio, entre ellos los numerosos “Jóvenes por la Paz”, y muchos amigos de esa comunidad. La generosidad de la alcaldía permitió también que ese tiempo de fiesta tenga lugar en la sala más bella del edificio.
Se invitó a la fiesta pero ¡no de cualquier manera! Hemos dado una tarjeta de invitación personalizada a las personas concernidas, ¡incluidas a las que viven en la calle! ¡Qué emoción para François, sin techo, cuando descubrió su nombre en la tarjeta! “Mi nombre, es mi nombre, me invitaron…” Descubría que existía para otras personas.
Un lugar para todos en la mesa
Cuando llegó el día de Navidad, qué alegría significó acoger a “los invitados” e instalarlos “en los primeros puestos” en un alboroto simpático. Dos voluntarios en cada mesa tenían como única misión el estar con ellos. Mientras algunos trajinaban en la cocina, sirviendo en las mesas o en el taller de “regalos”, Colette y yo nos preocupamos de tejer lazos entre personas únicas: Natacha, de Pakistán, Francesco y Faustino, de Italia, Massae de Japón, Lydia, de Egipto y Miral, del Líbano. Sencillamente, cada uno hablaba un poco de su vida, vivía la alegría del momento, se maravillaba de tanta atención, del vaso de champagne y ¡del pequeño regalo sorpresa! Cada uno existía y se sentía querido.
No hay exclusión
“¿Qué te queda de ese tiempo fuerte, Marie-Claude?” Para mí, en ese tiempo de Navidad, este acontecimiento es una luz en la oscuridad de nuestro mundo. Sí, todo es posible para los hombres y las mujeres de paz y de esperanza, esa esperanza “que da alas para avanzar incluso cuando los obstáculos parecen insuperables” (Papa Francisco). Durante la comida, unas fronteras entre nosotros se atenuaron, unos prejuicios cayeron, dejando lugar a la cercanía y a la apertura. Las miradas cambiaron y la escucha pasó a ser acogida del otro con su historia y su misterio. Una confianza se establecía, uniéndonos como hermanos y hermanas en humanidad. ¡Ninguna exclusión! ¡Era verdaderamente Navidad! ¡Jesús, ternura de Dios, tomaba carne en medio nuestro!”
Un pesebre viviente
“¿Y tú, Colette, qué dices?” En su carta publicada en el Adviento del 2019, Admirabile signum, el Papa Francisco nos invitaba a reencontrar el significado y el valor del pesebre de Navidad. En diciembre, la ciudad de París nos da un anticipo de la fiesta de Navidad con sus luces centelleantes, la música y los escaparates decorados, pero eso no basta. ¡Hace falta vida y amor compartidos! La comida organizada por Sant’Egidio me permitió participar de un “pesebre viviente” que unía a unas 150 personas de distintas edades, de todos los ambientes y de varios países, unos migrantes y nosotros, los voluntarios. La alegría, la fraternidad, la solidaridad y la generosidad supieron llenar el corazón de esos hombres, mujeres y niños para quienes la soledad, la pobreza y a veces la exclusión son parte de lo cotidiano. Es para todos nosotros, pero de manera muy especial para ellos que Jesús, Dios-con-nosotros, viene a nacer entre nosotros todavía hoy.
Le Estrella de Navidad nos llevó hacia la alcaldía del V° distrito y ahora nos precede, invitándonos a quedar en camino, atentas a muchos otros “pesebres vivientes” alrededor nuestro.
Hnas Marie-Claude Bit et Colette Gélinas hjs
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