Llegado el momento, cada participante recibió un bolígrafo y una hoja de examen. Cuando sonó el timbre, como para señalar el final del recreo, el «aula gigante» se quedó en silencio.  El profesor leyó una vez el texto en voz alta para que los participantes se familiarizaran con él. A continuación, el texto se relee lentamente y cada uno trabaja en su redacción.  Tras una última relectura del texto, se procedió a la corrección colectiva con ayuda de la gran pantalla y moderada por el periodista Rachid SantakiI, comúnmente conocido como «Monsieur Dictée«. Los primeros premios fueron para los que acertaron hasta 3 errores. Dora y yo quedamos encantadas con nuestros resultados, al igual que todos los demás participantes, y la autora Katherine PANCOL nos obsequió un el libro Eugène y yo.

La aventura comenzó cuando Dora recibió una invitación oficial en su smartphone. Interesada, audaz y con ganas de dar pasos para mejorar su francés, no dudó en inscribirse. Y ¡qué agradable sorpresa! Dora fue seleccionada y tuvo la oportunidad de inscribir a un acompañante.  Sin saber muy bien qué implicaba el papel de acompañante, rellené ingenuamente el formulario. Al día siguiente recibí la confirmación de mi participación en el evento.

El «gran Dictado de los Campos» fue una oportunidad para poner a prueba nuestra ortografía, pero también para unirnos a las numerosas personas de todo el mundo que se reunieron para celebrar las palabras de la lengua francesa. Como nos recordaron los organizadores, los errores están permitidos. Lo importante es participar y divertirse. Aprender un idioma ayuda a integrarse en una nueva cultura, facilita la entrada en el mercado laboral y crea vínculos sociales. Para Dora y para mí, esta experiencia de convivencia, a los pies del Arco del Triunfo, quedará grabada en nuestra memoria.