Gratitud por mis 25 años de vida religiosa

La hermana Gelsomina Rodas, hondureña, recuerda y celebra con gratitud su primer “SI” que ha dado al Señor en nuestra congregación Hijas de Jesús. El 22 de junio con ocasión de su visita a Honduras, celebró sus 25 años de vida religiosa, con la Celebración de la Palabra, animada por los delegados y catequistas de la comunidad cristiana de Apacilagua, Choluteca Honduras, lugar de origen de su mamá.

 

Me dejé sorprender

Fue una sorpresa los cantos, la manera de compartir la Palabra de Dios, relacionándola con la vida, con lo que se vive en el país. Fue sorpresa ver la capacidad que tuvo el delegado Pedro Izaguirre para integrar en su prédica el acontecimiento que se celebraba. Ellos a partir de la Palabra de Dios, propuesta por la liturgia para ese día, “pongan toda su atención en el reino de los cielos… (Mt. 6 25-34), supieron trasmitir con sencillez un mensaje esperanzador a todos los que participamos de la celebración, relacionándola con la vocación a la vida religiosa a la que he sido llamada hace 25 años.

 

¿Qué significado tiene en mi vida los delegados de la Palabra?

 

Mi vocación a la vida religiosa, Hija de Jesús nació, se gestó, en este ambiente de la Celebración de la Palabra, de la Catequesis. Mi vocación nació en la base. Las Hijas de Jesús de aquella época entre ellas Teresa Noel, hermana canadiense ya fallecida, trabajaba en la formación de los agentes de pastoral en la parroquia Catedral y se desplazaba a las aldeas para el acompañamiento en los talleres, yo participé de esta formación. Siempre he dicho que Teresa Noel, primera Hija de Jesús que yo conocí, me mostró al Cristo que a ella la seducía con su testimonio de vida entregada.

 

Me mostró el carisma de las Hijas de Jesús con gestos de cercanía, sencillez, apertura en el compartir fraterno, pues a los talleres todos llegábamos con nuestro almuerzo y lo colocábamos en común para que todos degustáramos de todo, al estilo de la multiplicación de los panes. Aunque solo fuera frijolitos, tortillas y huevo; pero era hermoso sentarnos en el pasto y compartir la comida. Por ello, cuando visito a mi mamá trato de participar en las celebraciones; eso permite no desconectarme de mis raíces tanto familiares como cristianas.

 

¡La Semilla sembrada en tierra dio fruto¡

Como tantas vocaciones hondureñas, somos el fruto de una misión sin frontera de los padres Javerianos y las hermanas Hijas de Jesús que, hace más de 60 años, llegaron a nuestras tierras como sembradores y sembradoras de esperanza.

 

Al estilo de la multiplicación de los panes

Después de habernos alimentado con el pan de la Palabra, pasamos a un compartir fraterno al estilo de las primeras comunidades cristianas, hubo un plato de arroz con pollo y un vaso de jugo para todos. Mi familia se organizó para el pequeño convivio, como lo llaman los delegados y catequistas, cada uno pone lo que puede de manera solidaria para que nada falte. Cuando les expresé mi deseo de celebrar con mi mamá y la comunidad Cristiana mis 25 años de VR, me dijeron, “no te preocupés, te vamos ayudar para hacer alguito para compartir con la gente”, y así fue.

Mis hermanas Hijas de Jesús participaron de esta celebración a través de la comunidad de Choluteca que se desplazó para compartir en familia esta celebración.

 

Al estilo de la Virgen María, mi mamá me enseña a renovar el Sí dado a Dios

 

Mi mamá en su simplicidad de mujer sabia y creyente me enseña a renovar cada día el SI dado en libertad al Señor. Cuando recibo un nuevo envío de la Congregación, ella me dice “vaya en paz” “yo siempre le he dado la mano, esta vez también se la daré” “usted es mandada, tiene que ir adonde la manden”.

 

A su manera me ayuda a vivir el voto de obediencia, me deja partir en libertad y confianza en Dios. Nuestras mamás son modelos de entrega generosa y de fe cimentada en Jesús. Han aprendido de la Virgen María que supo acompañar a su hijo Jesús y respetarlo en sus opciones.

Me siento agradecida con el Señor por tanto amor recibido en estos 25 años de gracia y fidelidad mutua.

“¿Cómo podré pagar al Señor todo el bien que me ha hecho? ¡Alzaré la copa de la salvación e invocaré su nombre! Cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo”. Sal 115.

Gelsomina Rodas Baquedano. HJ.

 

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