Cada año el 25 de noviembre, celebramos el momento importante en la vida de la Congregación.
Vivimos una experiencia espiritual cuando nos reunimos en oración, alrededor de la mesa para una celebración de la Eucaristía o en una comida festiva. A veces, otras personas podrán ser invitadas a compartir estos momentos tan especiales. Aprovechamos este tiempo para recordar muchos datos sobre nuestras comunidades religiosas, nuestra Congregación, nuestro patrimonio. Es una oportunidad para celebrar nuestro regalo a la Iglesia. Damos gracias por las experiencias que hacen la vida más humana a la manera de Jesús y nos permite ser “aún más”, Hijas de Jesús.
Reflexion sobre los sueños de nuestros fundadores
La celebración del aniversario de nuestros comienzos nos da la oportunidad de reflexionar sobre los sueños de nuestros fundadores. Recordamos el proyecto del Padre Noury y la inspiración del Padre Yves-Marie Coeffic: construir una casa de “oración y buenas obras” que serviría de trampolín para nuestros futuros ministerios espirituales y temporales. Nos inspira la trayectoria de las primeras jóvenes mujeres y pioneras tan audaces en sus pobres y humildes comunidades religiosas. Vivieron sus vidas al servicio de Dios y de la Iglesia. Recordamos la historia de nuestra Congregación mencionando muchas Hijas de Jesús, que posteriormente compartieron sus talentos, su creatividad, su fuerza y la perseverancia en la dedicación a los pobres, los enfermos, los huérfanos, los presos. Nuestras celebraciones son la expresión de gratitud por el rico legado que nuestros antecesores nos dejaron.
180 aniversario de nuestra Congregación
Este año se cumple el 180 aniversario de nuestra Congregación. Reflexionamos sobre las actividades misioneras que nos atrevimos a emprender, las que hemos realizadas y aquellas en las cuales seguimos comprometidas. Discernimos los medios para entregarnos totalmente a Dios. Recordando el camino recorrido por nuestros fundadores, estamos todavía más decididas a encontrar otras maneras en relación con nuestros orígenes y el espíritu de Nazaret: seguimos ofreciendo educación a los pobres y marginados, buscamos aliviar a los enfermos y necesitados. El espíritu de nuestros predecesores continúa guiando nuestro corazón para crecer en la humildad y la compasión hacia todos los que sufren. Teniendo en cuenta los nuevos retos que enfrentamos, seguimos buscando medios para “promover la dignidad de todos, con un afecto especial para con los pobres, y caminar con los desfavorecidos en el espíritu de nuestros fundadores.” Seguimos prendidas por “el fuego del amor que Jesús vino a alumbrar en la tierra.”
Cautivadas por el espíritu de nuestros fundadores
El fin de la Congregación de las Hijas de Jesús, ” Honrar la santa humanidad del Hijo de Dios, tratando de imitar sus virtudes, especialmente su amor… ” (Regla de Vida en 1842 ) no ha cambiado a lo largo de los 180 años.
A pesar de los desafíos que siguen afectando a nuestro mundo, seguimos cautivadas por el espíritu de nuestros fundadores. Sus vidas continúan inspirándonos para apoyar políticas justas que promuevan la dignidad de los pobres. Esto nos permite reconocer el rostro de Dios en nuestros hermanos y hermanas del mundo, en las personas que tienen que huir de su patria y en todos los afectados por la pobreza. Nos atrevemos a seguir adelante con los que luchan por la paz y la igualdad entre los grupos étnicos y religiosos. El aniversario del nacimiento de la Congregación es otra invitación para “agradar a Dios, estar contentas con Dios”… “hacer su voluntad”… “ser invadidas por el amor”… “vivir la renuncia a nosotras mismas”… y trabajar con “celo a la salvación de las almas.” The aim of the Congregation of the Daughters of Jesus “To honor the Sacred humanity of the Son of God, by striving to imitate his virtues, especially his love…,” (Rule of Life 1842) hasn’t changed in the 180 years.
Gracias por prepararme el espíritu hacia nuestra fiesta de congregación.
Es lindo poder refrescarnos con este regalo que Dios nos ha dado, este carisma que llevamos en vasos de barro, pero con gran confianza y abandono en nuestro buen Padre Dios.