La hermana Gelsomina Rodas, de Bogotá, Colombia, comparte algunos ecos del Congreso eclesial Medellín 50 años: profecía, comunión y participación.
Organizado por la Conferencia Episcopal Latinoamericana, la conferencia de religiosas (os) de América Latina y el Caribe y Caritas, el congreso tuvo lugar en Medellín, Colombia del 24 al 26 de agosto 2018 y reunió a 450 participantes entre religiosos, laicos, obispos, sacerdotes, seminaristas, diáconos.
Hemos participado tres hermanas Hijas de Jesús en comunidades distintas, según el tema de reflexión. Deysi Nohemí Ordóñez en el tema Ecología, Teresa Kervinio en el tema Palabra de Dios y yo en el tema vida consagrada.
A la luz de conferencias centrales y discusiones por comunidades de aprendizaje, (22 en total) se ha discernido sobre los signos de los tiempos actuales de la Iglesia en salida.
En todo el congreso se siguió el método “Ver, Juzgar y Actuar”. El Padre José María Arnaiz, SM, (Ver) la hermana María Teresa Maya (Juzgar) y el P. Alberto Luna Pastore, S.J. (Actuar).
Les comparto a partir de las ponencias y de la comunidad de aprendizaje de la vida consagrada a la que pertenecí.
Algunos sueños expresados
- Avivar el ardor misionero de la vida consagrada, unir fuerzas desde la riqueza de nuestros carismas para responder a los gritos de los pobres hoy.
- Revitalizar la vida consagrada y responder proféticamente a los gritos de los pobres.
- Buscar caminos de comunión e intercongregacionalidad
Ver: Ver y escuchar los clamores contemporáneos
“ve”, “escucha” y “baja” (Cfr. Ex 3, 7-8): Dios ve la aflicción, escucha los clamores y baja a liberar. La realidad de los tiempos apasionantes y difíciles de hoy los vemos y escuchamos como clamores.
- Hemos “mirado con gratitud el pasado” al recordar el acontecimiento eclesial de Medellín.
- hemos vivido con intensidad su presente y hemos visto los frutos postconciliares en estos 50 años
- Hemos “abrazado con esperanza su futuro”.
Hemos visto en los últimos tiempos la presencia de los carismas congregacionales en los laicos que comparten con las comunidades de vida consagrada, allí se habla de sus ideales, su espíritu y su misión.
Juzgar: Mirada renovadora, evangelizadora y misionera
La Hna. María Teresa Maya, presidenta de LCWR, EUA, compartía que “los censos de la vida consagrada nos encuentran en las ciudades, y no necesariamente en los márgenes, mucho menos en la sierra o la selva. ¡Dios nos libre de un destino sin “Wifi”! Me atrevo a pensar continúa diciendo que ahora no solo somos menos, sino estamos menos dispersos en los márgenes/fronteras a los que hemos sido llamados”.
Vemos que, como Vida Consagrada estamos viviendo un testimonio de la comunión desde la fragilidad y la vulnerabilidad. Es tiempo de apreciar, que Dios está haciendo algo entre nosotras y nosotros. Es tiempo de “juzgar” con los ojos de Dios, de ver lo que se está haciendo y lo que está brotando como vida evangélica entre nosotros.
El momento presente nos llama a recrear una vida consagrada más pequeña, menos institucional y sin fronteras. La vida consagrada no tiene fronteras.
Actuar: Caminos de vida, verdad y libertad. Invitaciones a la vida consagrada
- Promover una espiritualidad Trinitaria y Cristocéntrica, vivir con alegría y pasión nuestro seguimiento a Jesús. Recuperar la mística y profecía de los carismas y humanizar los procesos de formación y animación.
- Promover la salida misionera y la cultura del encuentro
- Reconocer el protagonismo de los pobres, examinando personalmente y en comunidad nuestros estilos de vida, de relaciones y de presencia apostólica en la Iglesia y la sociedad. Buscar formas nuevas de vivir la sencillez y la minoridad desde la cercanía afectiva y efectiva con los pobres.
- Animar una auténtica conversión ecológica; estimulando la conversión en una praxis de vida más sobria y sencilla, como nueva expresión profética de la pobreza religiosa en una sociedad de consumo depredador.
- Reconfiguración de estructuras y resignificación de los votos, acompañando los procesos de duelo y pérdida, de poda y reducción, ofrecer recursos espirituales, favorecer espacios para compartir experiencias entre congregaciones, de modo que las reestructuraciones sean de verdadera transición hacia estructuras abiertas a nuevas perspectivas, cultura vocacional, autenticidad en la vivencia de los carismas, circularidad y fraternidad evangélica al servicio de la misión.
Nos sentimos en comunión
En la eucaristía de clausura del congreso tuvimos muy presente al pueblo nicaragüense y venezolano. Como Iglesia latinoamericana, como vida religiosa, no podemos quedar indiferentes a los dolores y clamores de su gente.
Invitación de clausura
“El acontecimiento eclesial de Medellín, que canalizó para América Latina y El Caribe el kairos del Concilio Vaticano II, sigue siendo actual y apremiante; su 50 aniversario puede volver a ser un nuevo “pentecostés” para la Iglesia y la VC del Continente, en la medida en que se constituya en un punto de partida para la realización de los dinamismos que él desató: el sentido del pobre, las pequeñas comunidades eclesiales, la centralidad de la Palabra de Dios.
Nos hemos inspirado en la consigna de Pablo:
“Desde el punto donde hemos llegado, sigamos adelante,
para continuar su camino por estos compromisos.” (Flp 3, 16)
Sr Gelsomina Rodas B, Provincial
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