Celebración de una centenaria

El miércoles, 20 de febrero 2019, día excepcional en la casa vice-provincial de las Hijas de Jesús de Rimouski. Nuestra hermana Béatrice Ouellet cumple cien años. Hoy, hermana Jeanne D’Arc Dubé nos relata el recorrido excepcional de esa mujer quien nos maravilla todavía.

 

Celebrar un siglo de vida

Celebrar el centenario de Béatrice, es recordar a una hermana serena, quién desde 79 años lleva en su corazón nuestro carisma, «Jesús en su humanidad». Es mirarla también con los hojos del corazón. Ella se encaminó desde sus 21 años de edad, en seguir a Jesús sobre caminos de humanidad, dejándose humanizar y humanizando a otros en toda sencillez.

 

Su misión

 

Béatrice vivió 36 años de su misión como profesora a niños de primaria, en Trois-Rivières y en Temiscouata, Québec, Canadá.

 

Pertenencia a una congregación internacional

 

Entre los años 1948 y 1954, Béatrice tuvo el privilegio de experimentar la pertenencia a una congregación internacional. Más allá del Atlántico, en París, ella se abre a custumbres, cultura y sobre todo a un nuevo acento del idioma francés, poniéndose al servicio de jóvenes en París y niños en guardería, en Le Château, Pontivy.

De regreso a su país, ella aprovecha de varias sesiones pedagógicas para ponerse al día y con diplomas, retoma las tareas y responsabilidades como profesora de primaria, según el programa de educación quebequense.

 

Un tiempo de renuevo espiritual

 

Terminando su carrera de profesora, Béatrice beneficia de un año sabático muy enriquecedor y apreciado, según ella. Después de esa experiencia espiritual ella vuelve a St_François Xavier de Viger, pequeña parroquia donde ha trabajado desde 1968. A esa pedágoga, educadora apreciada de la gente del pueblo y siempre llena de dinamismo , el agente de pastoral escolar le propone un nuevo compromiso: dar cursos de preparación a los sacramentos de iniciación a niños de 8 – 12 años. Con mucha competencia ella sensibiliza a los padres de su responsabilidad como primeros educadores de la fe de sus hijos. Durante muchos años ella asuma también la formación a catequistas del comité de la escuela Riou.

Una jubilación muy repleta

Jubilada desde 2001, en la casa vice-provincial de Rimouski, Béatrice continua su camino en el cotidiano con la oración, «su rosario», las visitas al Santísimo y su participación en misa. Con serenidad, solicita la gracia de cumplir la voluntad de Dios para vivir su misión hasta el final. No hay que olvidar su pasa tiempo favorito, la lectura. Buen o mal tiempo la encontramos en la sala comunitaria sentada, con su andador cerca de ella y teniendo un libro en manos.

 

Celebrar los 100 años de Béatrice,

 

es reconocer que ella atravesó las alegrías y las pruebas con coraje, siempre en contacto con Aquel en quien ha dado su vida. Por consiguiente, empezamos la fiesta ofreciéndole una eucaristía festiva. Las hermanas participan con alegría a esa misa preparada con perfección por el comité de liturgia en una capilla muy bien adornada de flores. Una liturgia de acción de gracias nos ayuda a rezar en belleza,

  • por el compromiso de Beatrice en la congregación,
  • por el testimonio dado a centenares de jovenes,
  • por el amor dado y recibido en la comunidad religiosa y parroquial.

Cantos, obras musicales resuenan en la capilla. Nuestro capellán, Jacques Côté, tiene el talento de describir con palabras de hoy lo vivido de Béatrice subrayando sus cualidades humanas. Nuestra querida hermana comulga bajo los dos especies. Después de la bendición de envío el Padre la felicita con muchos buenos deseos y un abrazo caloroso. Nuestra canción tradicional de cumpleaños resuena con muchos aplausos.

 

La fiesta prosigue

En ese atmósfero de fiesta, antes de pasar a un almuerzo festivo, Solange Mailloux nos invita a festejar con un aperetivo. En el comedor una comida preparada con esmero por el personal de cocina nos espera. El compartir fraternal se sigue alrededor de mesas adornadas artísticamente por la competencia en informático de Marielle Hébert. Hermana Lucienne Lepage, nuestra vice provincial, en el nombre de todas las hermanas, rinde homenajes de admiración a nuestra centenaria. Aquí va un fragmento: «querida Béatrice, tu presencia nos alegra. Has comprendido que la misión no es solamente en el HACER pero en el SER… ¡Que el Señor te conceda todavía muchas bendiciones! ¡Muchas felicidades!»

Ha sido todo eso lo que hemos celebrado en ese 20 de febrero 2019 porque «no tenemos todos los días 100 años». Para Béatrice y para todas nosotras, ha sido un día de alegría y de reconocimiento. ¡100 años! Una azaña que sigue haciendo camino animando nuestros intercambios fraternos.

 

Jeanne d’Arc Dubé, fj. Rimouski, Canadá

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