En el marco del año de la vida consagrada,
Nathalie Guéguen,
Hija de Jesús de Kermaría,
comparte con nosotros su itinerario.
A sus 39 años, Nathalie forma parte de las religiosas jóvenes de la diócesis de Quimper (Francia). Nacida en Loctudy, es la segunda de 13 hermanos.
« Bastante temprano, mis padres me enseñaron a vivir una vida fraterna y comunitaria ».
Su educación religiosa, la debe en gran parte a su abuela.
« Cuando niña, mi abuela me llevaba a la misa el domingo con mis hermanos y hermanas. Es ella que me dio este gusto de ir a la celebración, de orar con otros cristianos y sobre todo de descubrir la palabra de Dios.
De niña, me impactaban los evangelios que contaban los milagros de sanación y la manera que tiene Jesús para levantar a una persona».
Hermana Nathalie no recuerda un momento particular en que ella tomó conciencia del llamado. Es un conjunto de acontecimientos que la llevaron a comprometerse en la vida religiosa. « Cuando tenía 7 años, me acuerdo haber escuchado a uno de mis tíos abuelos, que era Hermano de San Gabriel y misionero en Africa, decir a mis padres : rezo para que uno de sus hijos me suceda. » Algo resonó en mí y me dije : « ¿ Por qué no sería yo » ?
Más tarde, es el encuentro con un sacerdote de Loctudy que marcará a Nathalie. « Dejaba un lugar especial a los jóvenes dándonos una forma de responsabilidad en la manera de comprometernos. Nos daba una cierta audacia. Eso me hizo experimentar lo que es la vida en Iglesia ».
El MEJ constituirá también una etapa decisiva en su vida, ya que le permitirá practicar la espiritualidad ignaciana.
« Después del bachillerato, ya tenía el deseo de entrar en una congregación de vida religiosa apostólica ya que sentía que el Señor me llamaba de esta manera.
Durante los tres anos y medio en el Instituto de cuidados enfermeros en Quimper, me acompañó una religiosa que me ayudó a discernir este camino ».
Un arraigamiento profundo
Después de varias estadías en distintas congregaciones, Nathalie Guéguen siente que su lugar es la congregación de las Hijas de Jesús de Kermaría. « Cuando descubrí su manera de vivir, su carisma, me hizo eco, me sentí en mi casa ».
Durante un año de postulantado en Clohars-Carnoët en que la joven postulante trabaja como enfermera yendo a las casas, Nathalie descubre la vida comunitaria « con hermanas que no escogimos. Es necesario aprender a vivir juntas, intentar liberar la palabra para que cada una diga como concibe esta vida comunitaria que vivimos juntas, respetando la edad y la cultura de cada una ».
Después, en 1999, Nathalie Guéguen empieza dos años de noviciado. « Es un período de ruptura con la familia, los amigos, el trabajo, para vivir un arraigamiento profundo. Son momentos de prueba, más todavía porque vengo de una familia con lazos fuertes, pero de a poco se aprende a vivir la relación de otra manera ».
Pasa tres meses en Camerún donde pasa una estadía en la cárcel central y en un huerfanato, y de vuelta a Francia vive una expriencia de trabajo en el SAMU social, en París. « Eso no hizo sino renforzar mi voluntad de luchar contra la miseria que deshumaniza ; en contra de ella, Cristo no dejo de luchar ».
Hoy, Hermana Nathalie Guéguen asumió una misión eclesial. Tiene varios compromisos en el seno del servicio para la animación espiritual, en la pastoral de la salud y al servicio de las vocaciones y acompaña a un grupo de jóvenes profesionales.
« En mi misión al servicio de la diócesis, me interpela la búsqueda espiritual de la gente con quien me encuentro y su sed de crecer en una relación con Cristo ».
« Camina humildemente con tu Dios ».
Esta palabra anima la religiosa desde su compromiso definitivo.
« Pero aprendí que esta caminata con el Señor se puede dar a la vez en la luz y también en la noche.
No dudo de la presencia de Dios a mi lado, de su llamado y de su invitación a ir siempre hacia adelante, siendo segura que siempre El estará presente. Pero hay momentos en que, especialmente en lo que mira las perspectivas de futuro y las congregaciones que envejecen, esta caminata puede tener la cara de un camino pascual.
Es a través de eso que descubró lo que es realmente la fe, que consiste en creer en un Dios que puede abrir nuevos caminos. Somos gente que despierta, que asecha unos signos de hoy para vivir un arraigamiento más profundo. Hay que atreverse a dar nuevos pasos ».
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