El Viernes 21 de Marzo, en relación con la jornada del agua, hemos vivido una celebración comunitaria en la casa provincial.
Cuando todo parece muerto, paralizado, cerrado con candado alrededor de uno. Cuando la respiración misma, parece pararse, qué bueno es escuchar el ruido de la fuente, el murmullo del agua que corre apaciblemente. Qué rico sentir la frescura de vida acariciar nuestros oídos. Es así que hemos empezado nuestra oración.
Escuchar y dejarse llevar
Gracias a nuestra imaginación, a la orilla de un río o cerca de una fuente. Este primer ejercicio nos recuerda una de las orientaciones de nuestro proyecto comunitario y nos introduce en los pasos sugeridos para la “jornada del agua”.
Hacer memoria y convertirse
Es también lo que se nos proponía. Con el sabor que, en cierta época, animó su historia personal, cada una evocó algunos recuerdos. “El agua, eso me recuerda mi niñez, íbamos, mi hermana y yo, al pozo para traer valientemente a la casa lo poco que quedaba en el fondo del balde después de haber saltado en los campos.” “El agua, era el bañarse en el laguito del barrio donde cada uno podía desahogarse sin preocupación. Hoy día, la polución obliga a varias precauciones y muchos no se arriesgan a lanzarse allí.” “Y en África! Cuántas imágenes nos vuelven a la mente: días sin lluvia, sin ducha, sin limpieza… Cocinando, había que ingeniársela para evitar todo despilfarro, toda contaminación.” Sí, mucho más allá de la Cuaresma, deberemos continuar de convertirnos, de buscar juntas cómo utilizar esta agua tan preciosa de manera responsable.
Profundizar en sí misma, dar sentido a los gestos del cotidiano
Quizá seremos primero atentas a los movimientos espirituales que pueden animar nuestra conversión? Nuestra “hermana el Agua”! Si San Francisco utiliza esta expresión es porque es consciente que una “fraternidad cósmica” nos une con los Elementos. Son cercanos a nosotros, nos hablan del Creador y nos relacionan con la verdadera Vida, la de la tierra que nos mantiene de pie, y la del cielo tan magníficamente simbolizada por el agua y la luz del bautismo.
Nuestra corta celebración de una noche puede parecer anodina a los ojos de los y las que nos miran desde lo alto de su inconsciencia. Sin embargo, nos provoca al respeto y a la solidaridad, a la coherencia y la acción de gracia, nos vuelve ya hacia la madrugada de la Pascua.
“Una fuente de agua viva, un arroyo ha brotado!
Del abismo al abismo un eco resonó:
Es un canto de alabanza al Señor de los vivos!
Una fuente de agua viva, un arroyo ha brotado!
Mirad al Oriente, el sol al levante,
Es el Cuerpo del Señor, brillante de esplendor!
Una fuente de agua viva, un arroyo ha brotado!
En las gradas del Templo, un torrente desbordante!
Riega la tierra, llena el universo!
Una fuente de agua viva, un arroyo ha brotado!
Quien se hunde en esa agua va renacer de lo alto!
Es el Espíritu del Señor, el Vivo, el Salvador!”
Anne Thirion fj, Rennes, Francia
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