La Hermana Marie Thérèse Catusse, Hija de Jesús en África, nos comparte su experiencia de misión en Karna en Camerún, de 2013 a 2020. Después de haber vivido 10 años en Costa de Marfil, ella fue llamada a ir a una comunidad en un pueblo del Adamaoua en Camerún. Después de siete años en ese pueblo, es llamada de nuevo a dejar. Esta vez la misión la lleva a Bini Dang casa del postulantado.
“Mis siete años vividos en este pueblo fueron ricos de vida y me gustaría compartir con ustedes algunos aspectos que particularmente me tocaron y formaron.”
Un hundirse en tierra de Kermaría que lleva fruto en África
Celebramos este año los 20 años de reencuentro de las Hijas de Jesús de Vaylats con Madre Marie de Saint Charles. En efecto, a principio del año 2000, las Hijas de Jesús de Vaylats, del Sur de Francia vienen a dejar a las Hijas de Jesús de Kermaría de Bretaña, la respuesta a un correo de Madre Marie de Saint Charles, ¡con fecha de 1870! Un caminar juntas empieza hasta la alianza de las dos familias religiosas en Julio 2011.
Hija de Jesús de Vaylats al principio, he vivido la alianza de nuestras Congregaciones con alegría pero esta alianza tomó cuerpo de verdad para mí en Karna. Desarraigo y arraigo… internacionalidad…
En siete años, tuve la suerte de compartir por turno la vida de diez Hijas de Jesús de siete nacionalidades diferentes de: Camerún, Canadá, Congo, Vietnam, Francia, Haití, Costa de Marfil… sin olvidar las de la comunidad vecina en Bini Dang. Cada una, con su diferencia, me permitió entrar en mi nueva familia, “este instituto tan semejante al nuestro”, según la intuición y expresión de Madre Marie de Saint Charles.
En la comunidad de Karna, experimenté de verdad compartiendo la vida fraterna, la oración y la misión que nuestros dos carismas “testimoniar del rostro de Jesús, Verbo encarnado, ternura de Dios para con todo hombre” y “honrar la humanidad santa del Hijo de Dios” no hacían más que uno.
Compartir el discernimiento de las postulantes
Con las postulantes, tenía mucha alegría mirando su rostro iluminarse cuando se aclaraba una cuestión sobre la Fe o ¡sobre la terrible concordancia del participio pasado!
Los cursos que yo les tenía que dar, me permitieron profundizar mi fe. Es el caso del “Credo” que yo “rezaba” en la misa, el tomó carne y reencontró toda su fuerza. No puedo más orarlo como antes. Fueron momentos no sólo de compartir del saber, sino también y sobre todo de compartir de fe.
Vivir con ellas, compartir la Palabra de Dios y la misión, etc., me interpelaron como “la anciana” con cuarenta y cuatro años de vida religiosa. Me esforcé en testimoniar que es posible guardar la fidelidad alegre a la respuesta dada en el primer llamado… en testimoniar que ¡es posible una vida con el Señor!
Esta experiencia puede sólo animarme y alegrarme para partir a repetirla con otros en Bini Dang.
Una misión de proximidad en un pueblo
En Karna, me he involucado también cerca de los niños y de los jóvenes para favorecer el aprendizaje y el gusto de la lectura, una presencia en la parroquia, en el pueblo. He dado un poco pero he recibido mucho. Guardo en mi corazón el rostro radiante de los nuevos casados o bautizados que esperaban ese día desde mucho tiempo. Veo todavía la imagen de estos niños que van hacia el pueblo la nariz en el libro que acaban de sacar de la biblioteca, o que llegan bajo el sol para aprender a leer.
¿Cómo olvidar la sencillez de las relaciones, la amistad compartida, la eucaristía celebrada en los barrios, que pone a Cristo más cerca de su pueblo? ¿Cómo no dar gracias?
Sí, Señor, Tú estás presente en el corazón de toda vida:
- Estás presente en la sonrisa de esta mamá joven que acaba de perder la vista pero que lucha para vivir.
- Estás presente en el “Gracias” de estos jóvenes que vienen decir, “Gracias a los libros prestados, a los consejos, he logrado el bachillerato, paso a primera de carrera”.
- Estás presente en las palabras de ese papá musulmán a quien se le propone casar a la hija y que responde, “Mi hija no es un animal que puedo vender a alguien que ella no conoce”.
Sí, Señor, estás presente en el corazón de toda vida,
dame de reconocerte,
de ir sin cesar a tu encuentro,
cualquiera que sea el lugar adonde me llamas.
Envía, Señor, obreros a tu mies,
para que los más pequeños no sean privados
de Tu ternura y de la revelación de Tu amor.
Hna Marie-Thérèse Catusse hj
Que belleza¡ Gracias Marie Terese por tu testimonio de amor y de fidelidad a la ternura del Padre Dios. Es verdad que a su lado todo nos sabe a humanidad redimida.