“Somos de la misma carne”

Rosalinda Betancourth, novicia de las Hijas de Jesús, recuerda sus dos meses de prácticas en diversas asociaciones en Limoges, Francia. Una experiencia durante la cual pidió a Dios que le diera su mirada para poder mirar a los demás y aceptarlos tal como son.

Solidaridad en todas sus formas

Del 9 de octubre al 9 de diciembre de 2023, realicé una experiencia de prácticas en Limoges en diferentes asociaciones: Restaurante Solidario “Bonne Assiette“, Secours Catholique, JRS, Banco de Alimentos, Orden de Malta y Parvis de Clarisses.

Durante estos dos meses y medio, tuve una variedad de experiencias con:

  • Inmigrantes.
  • Personas mayores que viven solas.
  • Personas en extrema precariedad.
  • Personas sin seguridad social.

Durante este tiempo, la comunidad de Limoges me acompañó con su apoyo solidario y fraterno.

Las palabras vivas de Dios

Dios nos eligió para que pudiéramos mostrarnos unos a otros el rostro de su Amor.

Somos vocabulario de Dios, palabras vivas para dar voz a la bondad de Dios a través de nuestra propia bondad, para dar voz a la compasión, la ternura, el solicitud y la fidelidad de Dios a través de la nuestra.”

(Leo Roca, SJ).

Esta citación me acompañó durante mi estadía porque esta experiencia fue un momento donde siempre le pedí al Señor que me diera su mirada para:

  • mirarlos y aceptarlos tal como son.
  • aceptar al otro que es diferente porque ha enriquecido al mío.
  • sobre todo no ser indiferente a ellos, dejarme tocar.
  • tener “los pies en el barro” y ser una presencia viva del Señor en medio de ellos.
  • estar presente en todos los sentidos.

Y así fue como el Señor me permitió vivir la experiencia bajo su mirada. Como lo cantamos en español: “Dame, Señor, tu mirada y tu corazón compasivo”.

Ponerme bajo la mirada de Dios

La primera semana de adaptación fue muy dura y agotadora emocionalmente, para salir de mi ego y cruzar mis propias fronteras personales. Fue un momento para volver a la mirada del Señor y decirle:

“Mira mi pequeñez y mi pobreza; Grande es lo que me has confiado, pero dame la fuerza y ​​la confianza para poder honrarte donde me has enviado.

Esto me permitió abrirme sin miedo y vencer mis resistencias, aceptar los olores, servirles un plato de comida, hablar con ellos, escucharlos, estar atenta a todos, visitarlos en casa cuando no venían a comer e ir a diferentes barrios para repartir comidas.

Vivir un carisma humanizador como el nuestro

Es estar atento a lo que el otro me puede aportar; dar y recibir es recíproco.

Para mí, haber vivido esta pasantía entre personas en situación de vulnerabilidad y de diferentes culturas enriqueció mi propia cultura.

Un ejemplo es cuando hablé con un migrante de Guinea, voluntario en una asociación. Me dice: “Vivo en la calle” y continúa: “He recibido gratuitamente y debo dar gratuitamente a otros que sufren como yo”.

En su testimonio percibí que él no sólo miraba su dificultad sino que ésta se convertía en un apoyo para los demás: encontraba algo positivo en todo y siempre tenía una solución.

Aprender de los demás

Otro joven de origen francés, autista y voluntario en el restaurante solidario “La Bonne Assiette” se siente útil con su fragilidad al dedicar su tiempo al servicio de los más pobres, sirviéndoles pan o salsas. Es consciente de su desventaja y de sus limitaciones.

Este joven me enseñó a no ver su discapacidad, sino a verlo como una persona capaz de entregarse y de confiar a pesar de todo en quién es y en lo que hace. Esto lo pude percibir todos los martes cuando compartíamos el trabajo junto.

Su presencia me ayudó a releer, a reconocer y a nombrar lo que en mí era resistencia para vivir plenamente mi pasantía en el restaurante. Me enseñó a no quedarme con el “no puedo” sino a derribar las barreras que había dentro de mí. Pude reconocer que soy humana, capaz de entregarme y de aprender de los demás.

Rosalinda Betancourth

Novicia de las Hijas de Jesús

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