“Cuando se entra en comunión con una persona débil, hacemos la experiencia de una verdadera presencia de Dios”
Jean Vanier.
Mi nombre es Escarlin Verónica Herrera; de nacionalidad hondureña, estoy en el segundo año de noviciado en la congregación Hijas de Jesús, en Colombia. Quiero compartir algo de lo vivido en la estadía de 2 meses donde trabajé con un grupo de niñas de la Fundación “Hogares Luz y Vida”.
Viví una experiencia de cercanía y solidaridad en esta Fundación que inició hace 23 años entre los barrios pobres del sur-este de la ciudad de Bogotá, capital de Colombia. Esta Fundación representa para la Hna. Valeriana un camino de compasión que la llevó a dirigir y buscar el sostenimiento de un refugio, demostrando su interés por el cuidado de estos niños/niñas. Poco a poco entre dificultades y confiando en Dios pudo responder a las necesidades.
Hoy en día sigue siendo un hogar para niños/niñas funcionales y discapacitados a nivel físico y mental, huérfanos. Aquí les brindan apoyo médico, psicológico y espiritual. Cuando yo llegué me recibieron muy contentos y sentí que era una experiencia nueva, llena de alegrías, incertidumbres y dificultades, allí mi disponibilidad y apertura fueron encaminadas a una propia afirmación y confrontación de vida en el seguimiento de Jesús. Durante la estadía fui la responsable (persona que cuida) de un grupo de niñas discapacitadas.
En la época de semana santa meditamos juntos la pasión, muerte y la resurrección de nuestro Señor Jesús con fe y esperanza en medio de realidades de dolor. Y en las actividades como el vía crucis, salimos a las calles de los barrios expresando que Jesús nos habla a través de la vida, aún en las situaciones de discapacidad. Jesús salió a mi encuentro, afirmo que sí es posible acompañar al hermano/hermana que refleja en su rostro el sufrimiento en el silencio, rostro frustrado y menospreciado, necesitado de cariño, de manos, pies y mente para poder sobrevivir.
Viví un encuentro con una niña que en medio de su enfermedad le falta creer y a pesar de esto, demuestra ternura y se deja amar; para mí es un signo de vida.
Me queda la experiencia de que mi servicio sencillo se transforma en una relación decomunión que construye la vida. “es así que buscando humanizar, hemos sido humanizadas profundamente.”
Actas del cap. 2010. Hijas de Jesús de Kermaría.
0 comentarios