La Hermana Nguyên hj, enfermera en Camerún, nos comparte una experiencia vivida en el dispensario que le enseñó a «ver a Dios en todas las cosas y todo en Dios», para que El la ayude a trabajar bien.
Tener un oído sordo largo tiempo
Soy una enfermera en el dispensario de Karna, un pueblito en Adamaoua, una región fronteriza de Nigeria en Occidente y de la República Centroafricana en el este. También debe saber que soy muy sensible a los olores.
En nuestro vecindario, tenemos un viejo papa que venía a menudo para encontarnos. Semana tras semana, sus visitas nos molestaban. Un día, me tomé el tiempo para escucharlo de verdad. Entiendo que él tiene a su hija enferma, acostada en casa, con lesiones en el cuerpo. Él quiere que fueramos a sanar a su hija a casa. Le expliqué que no tenemos el derecho.
Los días pasan y este padre siempre va y viene … sin miedo a perturbarnos. Su actitud termina recordándome la parábola de la viuda y el juez en el Evangelio de San Lucas 18,1-8. El pasage de la Palabra de Dios me llega y me interpela. Decido ir a visitar a la joven mujer.
Dejarse tocar
Un terrible olor emerge de la casa. A pesar de todo, entré cerca de esta paciente. Lo que he visto !!! Una mujer joven está acostada en una habitación sin ventana para que la luz entre. Sus amigos, son las moscas. Y que llaga en su cuerpo, ninguno de sus parientes había visto la herida porque nadie se acercaba para lavarla. Cuando llegué ella grita: «¡Mi Hermana, sálvame! En nombre de Jesús, Sálvame, mi Hermana no me dejé ...»
El olor me da náuseas. Dejando la habitación, hablé con sus padres y les enseñé la llaga. Todo está planificado para hacerla tratar en el hospital el más cercano, pero no se pudo realizar desgraciadamente. Lo siento mucho . Así que tomé la decisión de cuidarla en el disipendario a pesar de múltiples dificultades.
Los padres se niegan. La condición de su enfermedad es demasiado avanzada y sé que no puedo salvarla. Por otra parte, al menos puedo darle un trato digno para ella incluso si ella morirá. Es una criatura de Dios. Tengo que tratarla en un entorno saludable y que podamos acercarse a ella.
Esta mujer es una criatura de Dios
Estuve hablando mucho tiempo, vuelví al día siguiente, porque el permiso del padre es primordial. Le puse un ultimátum: «Si no has llegado a las 13 h, no puedo hacer nada por usted». Regresé de nuevo a la habitación de la paciente para hacerle entender que su padre no quiere que ella vaya al dispensario, pero que de mi parte estoy dispuesta para acogerla. Ella grita llorando: «Mi Hermana nos vamos, soy yo quien estoy enferma y no. mi padre, soy yo quien sufró, sálvame, me quiero ir. «
De regrreso al dispensario, comparto mi decisión y mis convicciones con mi colega, asociado de las Hijas de Jesús y todavía renuente. Le digo: «Es Dios que estamos ayudando, es a Jesús, porque esta mujer es una criatura de Dios. ¡Honrar la Santa Humanidad del Hijo de Dios eso es ! Ella tiene derecho a morir dignamente. »
Me preguntaba lo qué iba a pasar, lo que iban a decidir. Siempre estabamos hablando cuando, – sorpresa,- viene llegando una motocicleta con cuatro personas, de las cuales la paciente. Estoy muy conmovida, pero les acogí con gran alegría.
Cuando el Señor actúa con nosotros
Instalamos la paciente, dandole los cuidados personales. Todo comienza como si estuviéramos en una sala de operaciones real! Preparo esta limpieza de la llaga profunda con cuidado y muchos temores.
Comenzamos con la oración, aunque la paciente es musulmana. Le pido perdón, si haciendo este trabajo, tengo náuseas o vómitos porque tengo un límite en este lado. «No es usted quien tenga mal olor, es la herida.» Ella me responde: «¡No hay problema, mi Hermana! »
¡Esta intervención duró desde las 13h hasta las 16h, sin ninguna dificultad para trabajar! Me quedé de pie durante cuatro horas de tiempo y sin fatiga. El olor no me molestó. Cuando terminé, mis lágrimas fluyen, no entiendo , y no puedo darme cuenta de lo que acabo de hacer. Después de una parada en el camino, vuelvo a ver si realmente hice este tratamiento extremadamente delicado. La acción de gracias surgió: «¿Eres tú quien hiciste eso, porque sin Tí no podía! Si no hubieras estado allí, yo no hubiera podido hacer esta acción! »
La paciente pasó una semana en el dispensario. Ella está limpia, los olores dejan poco a poco. Ella ve a su familia y la gente del pueblo puede visitarla y quedarse junto a ella. Murió en dignidad, rodeada por los suyos. Su padre que me maldecía antes, me agradece ahora y me bendice.
«Jesús, contigo, puedo todo»
En el Capítulo 11 de la Regla de la Vida de las Hijas de Jesús, titulada «Enviadas para la Misión«, se encuentra esta expresión de un profundo deseo:
«Como Jesús, atento a los excluidos de su tiempo,
dejamos resonar en nosotros
el grito de los más pobres de nuestros ambientes. «
Regla de la vida n ° 17
Si no estoy atenta a los signos de Dios, trabajo en el vacío. A partir de este día, cada vez que hago un tratamiento, coloco a Dios delante de mi para que me ayude a trabajar bien, y que no haga trauma a los pacientes con los piquetazos repetidos varias veces.
En la vida, si no podemos hacer grandes cosas, comencemos con las pequeñas. Si a nuestros ojos, la situación está fuera de nuestro alcance, tratemos de trabajar con Cristo, porque Él nos dice: «Sin mí, usted no puede hacer nada».
Hna Anna Nguyên Thi Niên hj
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