Enfermera en el Hogar San Camilo

Hermana Noelda Amédée, h.j. de Haïti, nos comparte su experiencia de trabajo como enfermera en el Hogar San Camilo.

noeldaEl Hogar San Camilo es un hospital fundado en 2001 por los Padres Camilianos para asegurar cuidados a las personas desprovistas de medios financieros.

Hace 18 meses que trabajo aquí después de obtener mi título como enfermera. Trabajo como supervisora en el servicio de pediatría. Una parte de mi tiempo es consagrada a la coordinación et la otra parte a la cabecera de los enfermos. El servicio contiene tres salas con veintiocho cunas.

Este año, celebramos el cuatrocientos aniversario de la muerte de San Camilo de Lellis, de origen italiano. Muchas actividades importantes fueron organizadas en el mes de julio. Para la apertura y la clausura del año, entre otras, habrá un día “puertas abiertas” para servicios gratuitos en diferentes especializaciones.

Discernir los signos de vida

“Para humanizar a la manera de Jesús” trabajo con otros a la promoción humana. Trato ser atenta para discernir los signos de vida, de fraternidad. Trabajar en el servicio pediátrico del hospital San Camilo es para mí un privilegio porque experimento distintas realidades. Puesto que les salas son comunes, soy testigo de todo lo que se dice entre les padres de familia que permanecen con los niños día y noche. Al mismo tiempo, observo los vínculos que se tejen, los gestos de solidaridad muy fuertes, el compartir, el apoyo mutuo. Comparten sus comidas, sus cosas… A veces, intervino con sesiones de educación sanitaria en las salas para evitar al máximo los riesgos de contaminación. Claro que no podemos impedirles vivir ciertas realidades. Como se dice en nuestro emblema nacional, “La unión hace la fuerza”, sí puedo afirmarlo en el hospital por la manera de vivir de los padres de familia. A veces, me digo, no perdemos todas nuestras costumbres y hábitos.

Hay otros hechos que llaman mi atención, por ejemplo, el hecho de que los niños menores de 5 años no pagaban nada. Hasta el momento, todo era gratuito. Hace algunos meses, un problema surgió. Para responder a las necesidades financieras del hospital, la administración pide a los padres de familia pagar todos los gastos. La mayoría de los que venían habitan en zonas y barrios desfavorecidos (98%) y el resto (2%) vienen muy poco. Hace que las salas están siempre llenas. La situación es muy difícil, ya que la gente no alcanza pagar los medicamentos, los exámenes laboratorios, etc. los niños permanecen mucho más tiempo en hospitalización. Por falta de diagnóstico preciso y medicamentos, no se tiene una buena evolución de los niños. Sucede que los sacerdotes camilianos exoneran algunos que son más vulnerables. Bien sabemos que dar todo gratuito no es la solución. Vale más aprender a pescar que regalar peces todos los días. Pero, ante la urgencia, ¿qué hacer? ¿Cómo actuar para que los pobres aprendan y encuentren los medios para no permanecer siempre en su miseria?

Aprecio mucho lo que hago en mi trabajo, aunque es muy pesado a nivel horarios, ritmos y trayectos. De hecho, lo que más me motiva, es en primer lugar tener la oportunidad de vivir el carisma de la Congregación en una institución dirigida por religiosos “camelianos”, a favor de los niños enfermos. Mi presencia no es la “de una simple enfermera”. Para mí es vivir, expresar el amor, la ternura, la flexibilidad y sobretodo la escucha y la compasión.

Un trabajo de humanización

No es un simple cuidar a enfermos. Es un trabajo de humanización, en particular en la ayuda a las madres, sobre todo las más jóvenes. Se sienten en confianza para compartir conmigo algunas cosas. Así pues, por ejemplo, a veces acompaño a parejas “sero-discordantes ” y a jóvenes infectados por el virus del SIDA. No es evidente encontrar las palabras para poder comunicar con ellos, reconfortarlos. Pero eso me hace feliz, ya que me siento útil concediéndoles un poco de tiempo, un espacio donde pueden expresarse en toda confianza.

Un estado de vida que provoca cuestiones

También, siendo la única religiosa en medio de todos estos jóvenes enfermeros(ras), médicos, exige ser atenta a muchas cosas para ser respetada y garantizar mi responsabilidad con humildad, acogiendo mis fragilidades como mujer y saber actuar en los distintos acontecimientos. Hay un ambiente agradable entre nosotros gracias a la acepción de nuestros límites y riquezas.

Mi estado de vida provoca muchas cuestiones, sobre todo por lo que se refiere a los tres votos. Se asombran encontrar a una religiosa con un trabajo remunerado y también muchas otras preguntas concretas. Para mi es una manera hacerles descubrir la vida religiosa.

Hna Noelda Amédée, h.j

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