25 Noviembre 2014, el “pequeño “Kermaria” de Trois- Rivières” (Canadá) celebra, en acción de gracias, el recorrido histórico de los 180 años de la Congregación y una luz de esperanza de cara al futuro.
De origen bretón, nuestros fundadores eran sensibles a las dificultades vividas en su país, Francia. En este contexto, M. Noury, párroco en Bignan, soñaba con establecer “una casa de piedad y de caridad” para la atención a los enfermos (as) y la instrucción de la juventud. Por razones políticas, tuvo que exiliarse. Algunos 30 años más tarde, M. Coeffic retoma este proyecto y con Perrine Sanson y 4 compañeras, fundan la Congregación de las Hijas de Jesús, en Bignan, el 25 de noviembre de 1834. Hoy, esta pequeña semilla toma raíz en 14 países.
La fiesta empieza por una misa solemne celebrada por Mons. Luc Bouchard, obispo de la diócesis de Trois Rivieres, acompañado de 7 sacerdotes implicados de una manera u otra en la vida de Kermaria.
Sor Monique Brülé, vice-provinciala, da la bienvenida y recuerda el sentido de esta celebración: hacer memoria en la acción de gracias de los dones de Dios en nosotras y en la Congregación.
Algunos símbolos presentados al momento del Ofertorio ilustran el sueño de M. Noury. Una raiz fragil pero resistente representa el nacimiento y la sobrevivencia de nuestra familia religiosa. Desde hace 180 años, gracias a sus raíces fuertes, el árbol resiste a varias tempestades particularmente a la de la ley Combes que exige la laicización del mundo religioso en Francia.
La sabia que circula este árbol toma su fuente en la Encarnación del Hijo de Dios: camino de humanización y don de proximidad. Al correr de los años, un nuevo brote aparece: nuestros laicos (as) asociados (as). Como lo decía una ex-superiora general: “Son ellos y ellas que transmitirán el espíritu del Carisma donde hemos pasado y que ya no podemos estar.”
En fin, con esta celebración hemos querido cantar nuestro Magnificat de agradecimiento, expresado por Sor Pâquerette Dessureault, provinciala, por:
. la vida de ayer acogía en la fe
. la vida de hoy compartida en el amor
. la vida de mañana entregada hasta el final.
Después de la comida alegre que nos permitió fraternizar y coger una fuerza renovada en la amistad, cada uno y una vuelve a su cotidiano con estas palabras del canto: Llevadas por la alegría del Evangelio:
“Anda, te mando en la encrucijada,
caminar junto a los peregrinos(as)”.
Madeleine Aylwin, h.j.
Trois-Rivières
0 comentarios